martes, 21 de diciembre de 2010

Las fiestas de fin de año, ¡Melancolique et plus et plus! jingle bells

Añoro, si cuando llegan, comienzo a añorar…
No sé bien qué, supongo que la tranquilidad de la rutina, el mantener un equilibrio constante. Siempre a mí el desequilibrio me movilizó, a veces para bien, el resto de veces para mal. Quizás es porque siempre tuve la maldita costumbre de querer hacer todo, y sabiendo que con cierta lógica eso no se puede, me aterra la posibilidad de que algo no lo haga y me arrepienta de haber decidido lo contrario. Y en verano es cuando aparecen las posibilidades de libertad y elección, y elegir, justamente ¡me pone como loca!, que cosa más extraña, es el lujo de cualquier ser humano, tener libertad de elección, libertad económica (bueno no tanto), y edad para hacer ciertas locuras. ¡Y aún así me aterra elegir!
El clima es algo tenso, cuando tendrían que ser fiestas de Paz y Amor, la gente está histérica, corre, compra regalos con cara de (cómo voy a hacer para pagar la tarjeta)…Las familias se pelean y enojan si pasas la noche buena en otro lado que no se con ellos, ¡y ni te cuento de tener que aguantar gente que ni quieres ver! La maldita tradición de pasar en familia, cuando hay familia que te impusieron llevar relación, aunque ni sepa cómo te llamas…
¿Pero saben que es lo peor de esta cuestión?, que como les dije antes tengo la libertad de elegir dónde y con quien pasarlo, y sin embargo ¡no lo elijo!, si quieren dedicarme un verso no tan grato en este momento, lo recibiré con entendimiento.
Y sobre todo además de tener que vivir esa revolución y excitación propia y ajenas en este momento de despedida… cuando terminé de redactar este texto, seguro ya estaremos cercanos al 2 de enero del próximo año, ya que es de no creer como pasan sin ser percibidos. Y no es que me queje de estas fechas y quiera que vuelen, sólo quisiera que fuesen distintos. No sé cómo, y no sé donde, pero diferentes. Aunque eso obvio está en mis manos, y no puedo resolver el temita de la indecisión aún. Eso voy a poner en mi árbol de deseos, tratar de resolver esta maldita costumbre que ha tomado mi cabeza de repetirme a cada momento ¡no sé, no sé, no sé, no sé, no sé!

¡Uf! Qué cosa de locos, ¡las fiestas son cosa de locos!, aunque aún las espere con ansiedad cuando llega la primavera que viene.
¡Ah y una cosa más, lo peor de todo, es que las tradiciones son para vivirlas bajo cero, y nosotros estamos en un horno!

De vos. De mi. (De las dos)

Prestame las líneas de tus manos para escribir de la manera tierna que tenías de abrir tus alacenas para mi.
Pasame la receta de tu flan de manzanas y de tu paciencia así aprendo de tus abrazos de crayón anaranjado.
Dejaste en mi recuerdos larga vida, dibujos de cocina y un calzador en el cajón. Cuentos (dememoria) por las noches, costureros y un derroche, de caricias por antojo y sin razón.
Me tatuaste mil palabras en un soplo, que al nombrar te reconozco respirando por los poros de mi piel. 
Me enseñaste a subir las escaleras, a cerrar la boca al frío y a decir "me equivoqué"
Porque al final todo fue escrito en nuestras palmas y partiste en vuelo sin enaguas, largándome a navegar. 
Y por las dudas te aseguraste que siguiera, flotando entre la marea sin querer abandonar.
Le diste un soplo a mis velas, te aseguraste que no doliera...


...no significa que no se te extrañe por acá.


Agus.